10 años del Parque Iguazú como maravilla natural

A pocas semanas de que Argentina anunciara la apertura de sus fronteras para turistas colombianos, vale la pena aprovechar la oportunidad que brinda un buen tipo de cambio y decidirse a conocer una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo durante las próximas vacaciones.

En la tierra surcada por las aguas del Río Iguazú, que fluye con un ancho de mil quinientos metros y desemboca en el Río Paraná, abrazando islas e islotes, se llega hasta un barranco de lava que se formó hace millones de años. Aquí nacen las Cataratas del Iguazú, protegidas por el Parque Nacional Iguazú, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace una década y cuyo aniversario es este mes de noviembre.

Las majestuosas postales de las Cataratas de Iguazú son mundialmente reconocidas. Un destino que encuentra la mezcla perfecta entre la naturaleza selvática y una oferta turística desarrollada, para que sus visitantes disfruten de una experiencia única. Por ello, vale la pena aprovechar el tipo de cambio que hoy ofrece Argentina para el turista y anotar este destino en la lista de viajes para disfrutar en las próximas vacaciones.

Si bien sólo 6 de sus 67mil hectáreas son accesibles al público, este Parque Nacional cuenta con una enorme biodiversidad y muchísimas aventuras para sus visitantes. Las Cataratas de Iguazú proporcionan un verdadero safari fotográfico. Además de las impresionantes vistas que ofrecen sus múltiples cascadas, este destino ofrece una gran variedad de flora y fauna para fotografiar.

En esta zona pueden encontrarse más de 400 especies de aves, entre las que destacan tucanes, yacutingas, vencejos de cascada, fruteros multicolores y águilas crestadas, en un escenario con colores, tamaños, vuelos y cánticos de todo tipo. Además, este es el hogar de miles de monos caí y coatíes -conocidos por su gracia y simpatía- junto a zorros de monte, lagartos, yacarés, cuises, agutíes y más.  Pero la verdadera figura -aquella que todos buscan para fotografiar- es el yaguareté, un felino salvaje y ágil; súper difícil de avistar.

Las aguas del Río Iguazú no sólo pueden verse desde arriba -entre las pasarelas que se camuflan con el paisaje- sino que también puede vivirse de cerca. Hay dos alternativas para hacerlo. Una de ellas es la Gran Aventura, que -tal como su nombre lo indica- es el plan ideal para los viajeros más intrépidos. Se trata de una lancha que pasa, ni más ni menos, por debajo de varios saltos de agua e incluye un momento para bañarse en el río y sentir su potente caudal. En cambio, si la tranquilidad es lo que busca el turista, este puede optar por el Paseo Ecológico, cuyo plan es navegar por otras corrientes, que esquivan los rápidos y permiten evitar mojarse (tanto). La medida justa de agua, selva y animales.

Puede considerarse como protagonista del Parque a la Garganta del Diablo, nombrada como tal por la imponente y salvaje fuerza que transmite. Quienes la conocen dicen que “no tiene comparación”. Se trata de un espectáculo hídrico, que -sin descanso- pinta el cuadro perfecto las 24 horas del día, con una caída de agua de más de 80 metros de altura. Un lugar imperdible que se recomienda visitar hacia el final del recorrido por las pasarelas, para darle un final perfecto a esa parte del viaje.

Las Cataratas de Iguazú sorprenderán a sus visitantes en cualquier momento. No puede establecerse el mejor horario para visitar ciertas partes del Parque Nacional, pero sí puede tenerse en cuenta que durante la mañana hay menos multitudes y, por lo tanto, se acostumbra a ver mayor cantidad de animales. Si lo que se busca es lograr las mejores capturas de la fauna en su estado más salvaje, este es el mejor horario para hacerlo. Sin embargo, durante la tarde los rayos del sol dan pie a la formación de colores sobre el agua, puesto que es el horario en que aparecen los arcoíris en el paisaje, generando un hermoso contraste con los blancos, azules y verdes del escenario, una postal inolvidable. Mientras que, por la noche, un nuevo mundo despierta en la selva, el silencio sólo se interrumpe por los sonidos de los animales. Entonces, la Garganta del Diablo podrá ser descubierta, misteriosa por la noche, sólo iluminada por una luna plateada.

El tronar que surge desde doscientos setenta y cinco saltos de agua que alcanzan hasta los ochenta metros de altura, el canto y el color de los pájaros, la belleza del paisaje y la naturaleza vibrante conforman este tesoro natural: Las Cataratas del Iguazú, una de las primeras áreas protegidas del país que ofrecen una experiencia inolvidable.

En cuanto a las cuestiones prácticas, es importante tener en cuenta la vestimenta adecuada para llevar en esta excursión.

Para el recorrido, será indispensable ropa cómoda y zapatillas, y no hay que olvidar una muda extra de ropa, ya que -seguramente- la primera quedará empapada con la fuerza de las cataratas. Se sugiere llevar ropa liviana (nada de jeans), puesto que mojada pesará mucho más y, seguramente, habrá que cargar con ese equipaje durante el resto del día.

Respecto al abrigo, hay que considerar que el clima es tropical y las temperaturas medias van de los 24ºC en verano, a los 14ºC en invierno, así que dependerá de la estación en la que se realice el viaje, pero por las tardes bajan los grados, por lo que es necesario llevar abrigo.

Además, el sol puede ser algo traicionero, por lo que sería útil llevar un gorro, protector solar y repelente de mosquitos.

La imponente fuerza del agua, que dibuja hermosos contrastes azules en el verde telón que le proporciona la selva, hicieron que este lugar fuera declarado -ya hace una década- como una de las nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo.