Afectación del proceso de aprendizaje y fraude académico, riesgos del uso indebido de la IA por los estudiantes

La adopción de la inteligencia artificial en la educación es inevitable. Docentes y estudiantes deben trabajar juntos para crear un entorno donde la IA impulse la creatividad, la eficiencia y el pensamiento crítico.

La IA puede ser un recurso valioso para acompañar y enriquecer la formación de los estudiantes cuando se utiliza para análisis o corrección de textos, sin representar el resultado final. Sin embargo, puede ser un obstáculo si reemplaza el trabajo del alumno.

La inteligencia artificial se ha consolidado como una herramienta popular en la educación. Sin embargo, aún genera desafíos significativos, dado que muchos docentes y estudiantes no tienen claro cómo utilizarla correctamente, lo que ha generado resistencias, dudas y un mal uso que limita el aprendizaje y el desarrollo del pensamiento crítico.

“La rápida adopción de la inteligencia artificial (IA) generativa, impulsada por el lanzamiento de ChatGPT en 2022, ha revolucionado múltiples sectores, incluido el educativo”, dijo Pedro Wightman, profesor de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad del Rosario, al destacar la importancia de integrar la IA en el proceso de aprendizaje de manera ética y responsable, para aprovechar todo su potencial sin caer en malas prácticas.

Wightman señala que uno de los principales riesgos es el uso indebido de la IA por parte de los estudiantes, quienes pueden presentar textos generados por estas herramientas como si fueran propios. Esto no solo implica un problema de fraude académico, sino que también afecta el proceso de aprendizaje, al evitar el esfuerzo necesario para comprender los temas.

«El problema no radica en la herramienta, sino en cómo se usa. La IA puede ser un obstáculo si reemplaza el trabajo del estudiante, pero también puede ser un recurso valioso para acompañar y enriquecer su formación cuando se utiliza como un complemento o un apoyo para analizar un texto complejo o para hacer una última revisión de estilo sin que cambie sustancialmente el resultado final», explica el profesor.

Habilidades clave para el uso efectivo de la IA

El uso responsable de la IA requiere el desarrollo de habilidades fundamentales, como el pensamiento crítico, la comunicación efectiva y la capacidad de planificación y resolución de problemas. Estas competencias ayudan a los estudiantes a evaluar la precisión de las respuestas generadas, formular instrucciones claras y mejorar la calidad del producto final.

Para aprovechar al máximo la inteligencia artificial en la educación, Wightman propone que las instituciones educativas adopten estrategias de inclusión basadas en principios éticos y pedagógicos. Entre las recomendaciones clave están: fomentar el uso responsable, explicando las limitaciones y riesgos de la IA, capacitar a los docentes para diseñar actividades donde la IA actúe como un apoyo y no como un sustituto, definir momentos adecuados para su uso, asegurando que nunca reemplace el aprendizaje de los fundamentos de una disciplina.

En cuanto a la evaluación, el académico sugiere innovar en las metodologías, promoviendo el uso de evaluaciones presenciales, como presentaciones orales, o el uso de bitácoras de proceso, donde los estudiantes registren las instrucciones dadas a la inteligencia artificial, el análisis de las respuestas y las sugerencias de mejoras para las siguientes instrucciones. Este enfoque permite evaluar habilidades clave, como la expresión escrita, la capacidad de análisis y la coherencia en la construcción del producto, además, de evidenciar el manejo de los fundamentos por parte de los estudiantes.

Un futuro de oportunidades

«La adopción de la inteligencia artificial en la educación es inevitable. El reto está en cómo docentes, estudiantes y directivos trabajen juntos para crear un entorno donde la IA impulse la creatividad, la eficiencia y el pensamiento crítico», concluye Wightman.

El uso de la IA en el aula puede convertirse en un aliado del aprendizaje, siempre y cuando se aborde con ética, responsabilidad y el desarrollo de nuevas habilidades, fundamentales para la educación del siglo XXI.