Cómo se pasa del sexting a la sextorsión

S2 Grupo, empresa de ciberseguridad, advierte que el auge de estas apps de citas ha impulsado la presencia en ellas de ciberdelincuentes que buscan, principalmente, robar fotografías para extorsionar o conseguir algún tipo de beneficio económico.

La firma recomienda ser muy cuidadosos a la hora de compartir cualquier información privada o fotografías a través de estos entornos, porque perdemos el poder sobre ellas.

El uso de apps de citas se ha disparado en los últimos años, tanto en los jóvenes como en los adultos. La empresa de ciberseguridad S2 Grupo advierte que esto ha hecho que se incremente la ciberdelincuencia en estos entornos y que se introduzcan los ciberriesgos en ellas.

“Si antes era raro conquistar por Internet, ahora casi que es extraño no hacerlo. Y, por supuesto, no hay ningún problema en esto. Solo hay que tener presente que en cualquier ámbito donde se implanta la tecnología, hay posibilidad de que se cuele la ciberdelincuencia.  Y esto requiere que utilicemos estas aplicaciones con responsabilidad, a sabiendas de que todo aquello que compartamos o publiquemos en ellas podría convertirse en información de dominio público. Entre el sexting y la sextorsión solo hay un paso”, explica Enrique Fenollosa, LATAM general manager de S2 Grupo.

“Estas aplicaciones no solo las usan las personas que quieren tener una cita. Son también utilizadas con otros fines, como puede ser conseguir fotografías o, incluso, extorsionar a las víctimas. Otros llegan a conseguir una relación de confianza y de vínculo con una persona para que, cuando esta baja la guardia, conseguir algún beneficio económico o directamente pedirle dinero”, alerta, por su parte, Rafael Rosell, director comercial de S2 Grupo.

Estos son algunos de los ciberriesgos más comunes en las aplicaciones de citas:

1.- Pasar del sexting a la sextorsión. Si bien el primer contacto suele ser a través de mensajes de texto en las propias apps, en seguida se suele pasar a comunicarse a través de otras plataformas como Whatsapp, Instagram o Snapchat. El objetivo suele ser enviar fotos subidas de tono (el conocido sexting o, como dicen los jóvenes, “enviar nudes”).  S2 Grupo advierte que esta es una práctica de elevado riesgo, tanto si se realiza con alguien de confianza (en el futuro no sabemos qué relación tendremos) y, todavía más, con un desconocido. “Debemos tener en cuenta que muchos perfiles son falsos y se han creado precisamente para obtener fotos de este tipo y, luego, chantajear de alguna forma. Así se pasa del sexting a la sextorsión”, afirma Enrique Fenollosa.

2.- La cita en sí con un desconocido. Más allá de poder ser víctimas de una estafa o chantaje económico, uno de los peligros más graves es que el supuesto agresor quiera verse en persona con la víctima. Por ello, se recomienda no dar información personal, no enviar fotografías y, si hay cita, hacerlo en un lugar público.

3.- No verificar la ‘realidad’ de la persona. Es muy importante utilizar aplicaciones como Tineye.com o Google Images para comprobar que las imágenes de la persona con la que hablamos son reales y así verificar que no corresponden a un perfil falso.

4.- Ganarse la confianza para pedir dinero. Esta práctica también es una de las más frecuentes. Consiste en crear una gran relación de intimidad y después, cuando ya está cimentada esa confianza, aluden a una enfermedad o un problema del pasado que se puede resolver con dinero que, entonces, se le pide a la víctima. Por supuesto, siempre se argumenta que se devolverá, pero esto no ocurre.

5.- Distribución de malware. No debemos olvidar que muchas veces los ciberdelincuentes se esconden bajo perfiles atractivos para ser ellos los que, con la excusa de enviar fotos, cuelan malware que infecte los equipos de las víctimas o instalen programas espía, por ejemplo, para conocer sus contraseñas, datos bancarios, conversaciones, etcétera.