El auge de la fotografía analógica refleja un deseo de recuperar la emoción de lo tangible

Cada año capturamos miles de imágenes, en vacaciones, conciertos, comidas o atardeceres que compartimos casi al instante en nuestras redes sociales. Con motivo del Día Mundial de la Fotografía, expertos de la Universidad Europea invitan a reflexionar sobre el papel que desempeña la imagen en la era digital y a adoptar una mirada más crítica, consciente y responsable frente a una tecnología que transforma no solo nuestra manera de comunicarnos, sino también nuestra memoria emocional.

“Antes hacíamos fotos para recordar, ahora lo hacemos para mostrar lo que estamos viviendo”, afirma Enrique Corrales, profesor titular de Fotografía de la Universidad Europea. El docente explica que el valor simbólico y afectivo de la fotografía se ha visto desdibujado por su consumo inmediato. “Si antes una imagen era una forma de memoria, hoy se convierte en un acto de presencia. Compartimos para reafirmar nuestra identidad y participar en un flujo constante de estímulos visuales”.

Para Jorge Ramiro Pérez, profesor de Criminología Aplicada a Espacios Digitales de la Universidad Europea, esta transformación no es casual. “Nuestra relación con la imagen es cada vez menos espontánea y más marcada por patrones de éxito y belleza hegemónicos”, señala. Según explica, los feeds, los estados y las historias en redes sociales componen hoy un relato visual cuidadosamente diseñado, que muchas veces responde más a lo aspiracional que a lo real.

Sin embargo, frente al uso masivo de imágenes digitales, crece el interés por volver a lo tangible. “El auge del carrete, las cámaras instantáneas o los álbumes físicos responde al deseo de recuperar el objeto fotográfico, de volver a dotar de presencia y valor emocional a la imagen”, destaca Enrique Corrales. Esta vuelta a lo analógico se percibe como una forma de resistir a la fugacidad de lo digital y reconectar con el significado simbólico de las fotografías.

En este contexto, la Inteligencia Artificial también está revolucionando la experiencia fotográfica. Desde el encuadre automático hasta la edición por IA o la clasificación de imágenes, su presencia es cada vez mayor. “La IA generativa permite recontextualizar imágenes existentes o incluso crear simulacros que parecen reales, pero no lo son. Esto abre posibilidades creativas, pero también éticas”, señala el profesor titular de Fotografía de la Universidad Europea.

Ante esta transformación digital, los expertos subrayan la importancia de adoptar una actitud crítica frente al uso y difusión de imágenes en Internet. El volumen de archivos almacenados, el consumo energético asociado, la exposición involuntaria de menores o el uso de fotografías para entrenar algoritmos sin consentimiento son solo algunos de los desafíos actuales. “Debemos ser conscientes de qué compartimos, en qué plataformas y con qué implicaciones, porque cada imagen deja una huella que va más allá de lo visual”, advierte Jorge Ramiro Pérez, profesor de Criminología Aplicada a Espacios Digitales.