El Dorado, la puerta de entrada a motor de desarrollo

Por: Nancy Caviedes, coordinadora del Programa en Gestión en Servicios para Aerolíneas del Politécnico Grancolombiano.

En el mundo del turismo, los aeropuertos son mucho más que simples puntos de llegada y salida: son la primera impresión de un país, la carta de presentación de su conectividad y, en muchos casos, el verdadero motor que impulsa la economía de los destinos. En Colombia, el Aeropuerto Internacional El Dorado se ha consolidado como ese gran protagonista. No en vano, en 2024 movilizó más de 45,8 millones de pasajeros, con un crecimiento del 16 %, y cerca de 809.000 toneladas de carga, lo que lo posicionó como el número uno en América Latina y el Caribe, según la ACI-LAC.

Este liderazgo no es un asunto menor. El Dorado no solo se destaca en la región, sino que también aparece en el puesto 20 de los megahubs más conectados del mundo, de acuerdo con OAG, con vuelos hacia 97 destinos internacionales. Una hazaña que reafirma el papel estratégico de Bogotá como nodo global, comparable con gigantes como São Paulo o Buenos Aires. Pero más allá de las cifras, lo importante es cómo este potencial se traduce en oportunidades para el turismo colombiano.

Hoy enfrentamos una paradoja: mientras el turismo internacional crece a niveles históricos, el turismo interno muestra una preocupante caída. Esto significa que, aunque cada vez llegan más visitantes del exterior, las regiones dependen menos del flujo de viajeros nacionales, debilitando su cadena de valor. Y ahí es donde El Dorado puede jugar un papel decisivo.

Como hub principal, su rol no debe limitarse a conectar Bogotá con el mundo. El verdadero reto está en convertirse en un puente hacia los destinos internos. Si un turista internacional aterriza en Bogotá, debería encontrar rutas ágiles y competitivas que lo lleven a Medellín, Cartagena, el Eje Cafetero o destinos emergentes como La Guajira y el Amazonas. Solo así se evita la concentración de visitantes en la capital y se logra que la riqueza del turismo se distribuya en todo el país.

El impacto económico de este proceso es enorme. El Dorado representa ya cerca del 3% del PIB nacional y concentra la mitad del tráfico aéreo colombiano. Convertirlo en un auténtico Distrito Aeroportuario (como lo plantea la estrategia Bogotá Ciudad Aeropuerto) significa dinamizar sectores como logística, hotelería, gastronomía y comercio, generando empleo y atrayendo inversión extranjera. No se trata solo de mover pasajeros, sino de construir una plataforma de desarrollo urbano y turístico de talla mundial.

Además, iniciativas como StopOver Bogotá: Amor a primera pista o VISIT Bogotá muestran cómo la innovación puede transformar pasajeros en tránsito en turistas activos. Un viajero que decide quedarse 24 horas para recorrer el centro histórico, probar la gastronomía local o visitar un museo, es un visitante que deja ingresos inmediatos y contribuye a fortalecer la marca de la ciudad como destino global.

Claro está, los retos no son pocos. Hoy El Dorado opera con 74 movimientos por hora, cuando la IATA recomienda un máximo de 68. Esto genera retrasos, congestión y pérdida de eficiencia. A ello se suman factores como el IVA del 19 % en los tiquetes aéreos, que nos hace menos competitivos frente a países como Brasil, Chile o Panamá. También pesa la concentración de slots en manos de unas pocas aerolíneas, lo que limita la diversidad de la oferta, y una infraestructura que ya no responde al ritmo de crecimiento.

Las soluciones están en marcha. El plan El Dorado Máximo Desarrollo (EDMAX) proyecta duplicar la capacidad de la terminal y atender a 73 millones de pasajeros en 2050. Pero, más allá de las obras físicas, lo que está en juego es una visión: pasar de ser el aeropuerto más grande de la región a convertirse en el motor de un turismo equilibrado, competitivo y sostenible para todo el país.

El futuro del turismo colombiano pasa por El Dorado. Si logramos que cada avión que aterriza en Bogotá, sea también una oportunidad para que el viajero descubra las maravillas de las regiones, habremos dado un paso decisivo para proyectarnos como un destino líder en Latinoamérica. Porque más que un aeropuerto, El Dorado puede ser la gran plataforma que conecte sueños, impulse economías y muestre al mundo que Colombia está lista para jugar en las grandes ligas del turismo global.