Por: Carlos E. Bertholdi, líder de servicios estratégicos de Avaya América Latina
Muchas tecnologías desarrolladas a lo largo del tiempo se canalizaron para el bien de la humanidad. Uno de los ejemplos más clásicos es el desarrollo de tecnología atómica que generó diversos beneficios para la humanidad, desde equipos médicos hasta de generación de energía. La inteligencia artificial también es una tecnología que debe entenderse muy bien y aplicarse de la mejor manera posible a la humanidad.
Una de las cosas que Charles Darwin no anticipó en su teoría es que el propio ser humano cambiaría el medio ambiente muy rápidamente, y con velocidad creciente. Hoy tenemos y vivimos en entornos virtualizados, lo que acelera enormemente nuestra demanda de adaptación.
“Según estudios, el ser humano recibe, por segundo, alrededor de 11 MB de información. Esto equivale a más de un CD de almacenamiento por segundo y, en el pasado, se creía que esta cantidad de información era incluso menor, 2 MB por segundo, equivalente a un disquete, pero con la digitalización, con la cantidad de información a la que estamos expuestos, esta información aumentó drásticamente”, sostiene Carlos E. Bertholdi, líder de servicios estratégicos de Avaya América Latina.
La capacidad para comprender, pensar y aprender se ha ampliado, ya que cada vez es más difícil recopilar toda esta información y procesarla. “Vale la pena mencionar que los humanos normales podemos procesar de 5 a 7 variables al mismo tiempo. Esta es una limitación física. Es posible que el ser humano del futuro, como dijo Yuval, tenga la capacidad de procesar más variables”.
Una computadora que pueda tener esta percepción del mundo y procesar toda la información ciertamente tendría la capacidad de analizar el mundo mucho más poderosamente que los humanos.
La inteligencia artificial (IA) consta de diversas tecnologías que permiten dar forma al mundo. Hay dos tipos de inteligencia artificial en la actualidad que podemos clasificar: inteligencia artificial débil o estrecha, e inteligencia artificial amplia o fuerte.
Un ejemplo de IA estrecha son los propios asistentes virtuales; alguien podría decir que no, es inteligencia artificial amplia, porque tiene reconocimiento de voz, realiza algunas actividades’. Aun así, tiene una aplicación específica, no tiene lo que vemos, por ejemplo, en las películas de Hollywood, que sería una inteligencia artificial amplia, donde podemos reproducir, no sólo la inteligencia humana, sino el comportamiento humano en sí.
El mapeo del comportamiento humano a través de la IA abre un gran camino para el área de la medicina, la psicología, el comportamiento humano, el marketing, etc.
Se dice que las computadoras se diferencian de los seres humanos, porque los seres humanos tienen intención. En cada acción, el ser humano, consciente o no, tiene una intención subyacente y en cambio las computadoras son completamente sintácticas, es decir, en términos de simbolismo, no tendrán nada que pueda conducir a un estado de conciencia.
Los humanos no diferencian inconscientemente lo artificial de lo real. Una cosa es ser, otra es aparecer. Por eso hay que ser muy cuidadosos y éticos a la hora de evolucionar con la inteligencia artificial.
“Lo que estamos pasando hoy con respecto a la inteligencia artificial es una evolución o es una revolución. Según Yuval, el homo sapiens dejará de existir, se convertirá en otro ser. Creo que es una cuestión de cómo gestionaremos el uso de esta tecnología, que nos dará la claridad para seguir avanzando y nutrirla con beneficios para los nuevos humanos”, concluye Carlos E. Bertholdi.