Por cientos de años el verdugo fue la figura simbólica máxima de la aplicación de la justicia. Todo criminal atrapado pasaba por sus manos, y todo el pueblo era testigo de sus ejecuciones. Pero los verdugos no vivían buenas vidas. Su paga era aceptable, pero la gente no los trataba como uno de ellos. La mano de la justicia era un cargo que separaba al individuo de la sociedad, y producía todo tipo de rencores hacia las personas que lo ejercían. Esto da lugar a una pregunta:
¿Impartir justicia genera resentimiento?
Y si es así, ¿es preferible dejar pasar las injusticias, para evitar dañar su imagen frente a sus colaboradores? Las personas quieren tener colegas honestos, los gerentes quieren que sus subordinados sean honestos, y la frase «soy un trabajador honesto» aparece en nueve de cada diez hojas de vida. Pero pocas personas tienen un verdadero sistema en pie para manejar la justicia de la manera correcta.
Dependiendo de a quién le pregunte, la reacción ideal ante una acción deshonesta cambia drásticamente. Unos piensan que el castigo siempre debe ser severo, y que todas las personas deben verlo, para poner un ejemplo. Otros dicen que, mientras no sea algo muy grave, se puede ignorar. Sin embargo, la verdadera justicia no es tan heterogénea. A las personas que conocen algo de Performia, les sonará familiar el término «intercambio».
Este es un principio muy sencillo: Para que usted reciba algo, debe dar algo de valor al menos igual a cambio. Y este principio debería regir toda su justicia. Si una persona desperdicia $100.000, debería devolver esa misma cantidad, y trabajar en arreglar los daños que esa acción produjo a la empresa.
¿La justicia en la empresa?
Hay un problema a la hora de aplicar justicia: La ley colombiana. Desafortunadamente, debido a que por mucho tiempo las malas pagas y la extorsión laboral fueron un gran problema, el sistema legal convirtió al trabajador en una entidad superior y a menudo invulnerable ante el empresario en el área legal. Por lo tanto, como empresario, usted debería tomar todas las precauciones legales que pueda para evitar que personas sin escrúpulos se aprovechen de usted. Pero ese es un tema para otro día.
La realidad es que el 80% de las personas no tienen ninguna intención criminal. Pero esto no significa que estas personas no puedan hacer algo incorrecto por descuido o alguna otra razón. Y es cuando estas buenas personas actúan incorrectamente, donde usted mejor tiene que aplicar justicia.
¿Entonces, qué hacer ante una mala acción?
Es sencillo, reseñó Jairo Pinilla director de Performia Colombia:
1. Tan pronto se de cuenta de que alguien cometió una acción incorrecta, llámelo, para hablar en privado. Su propósito es enderezar la ética de la persona, no avergonzarla frente a los demás. La vergüenza y el castigo solo generan rencor y miedo, convirtiéndolo a usted en poco más que un verdugo.
2. De manera que usted lo llama a su oficina. Lo siguiente que debe hacer es asegurarse de que la persona entienda que lo que hizo estuvo mal. Tiene que permanecer en calma durante toda su conversación, si quiere que la persona realmente esté dispuesta a ver las cosas desde su punto de vista.
3. Muéstrele a la persona qué fue lo que hizo, y llegue al punto en el que esa persona admita que lo que hizo estuvo mal. Si la persona admite su mal actuar desde el comienzo, no se lo explique de nuevo, pase al último paso. El propósito no es hacer que la otra persona se sienta mal acerca de lo que hizo, sino que lo arregle. El arrepentimiento es una buena señal, pero no es estrictamente necesario si ve que la otra persona entiende realmente que no debió hacer lo que hizo.
4. Ahora que la persona entiende que obró mal, debe acordar una compensación. Esta puede ser cualquiera, solamente tiene que parecerle justa a los dos (Por supuesto, no puede violar la ley. Desafortunadamente, aunque usted y su empleado ambos se pongan de acuerdo en que este mes esa persona no se merece el 50% de su salario, este tipo de acción es ilegal, aunque puede ser justa).Trabajar tiempo de más para compensar el daño hecho, o simplemente comprometerse a producir el doble durante el próximo mes, son condiciones que pueden ser apropiadas.
5. Si la persona se rehúsa a hacer algo al respecto, o insiste en que no hay nada que pueda hacer más que comprometerse a no repetir la acción, observe las estadísticas de la persona, y evalúe si es una persona que le aporta algo realmente significante a su empresa. Si es así, hágale saber a la persona que va a permitirlo solamente por su alta productividad, y porque aprecia lo que ha hecho por la empresa. Y si no es así, bueno, hágale entender que si no puede compensar el daño que hizo, su estadía es perjudicial para la empresa y sus colegas, y que debería seguir por otro camino.
Existen 36 niveles diferentes para las acciones de justicia, pero con este proceso básico es más que suficiente para comenzar a aplicarla en su empresa, e incluso en su familia (aunque usualmente no se puede despedir a un hijo). Si usted se atiene a estas guías, y mantiene buena justicia, no producirá ningún tipo de rencores. Por el contrario, se ganará el respeto de los más honestos, y aunque no lo crea, aumentará la honestidad de todo el equipo.
Si las personas con buenas intenciones ven que usted aprecia dichas buenas intenciones, harán todo lo posible por hacerlas relucir. Al fin y al cabo, todo el mundo quiere trabajar con gente honesta, ¿no?