Las universidades, que hoy están a la vanguardia, preparan al estudiante basadas en el desarrollo de habilidades y capacidad de tomar decisiones, antes que en una calificación.
Cada vez más empresas seleccionan candidatos por sus competencias y no por su desempeño cuantitativo. Plataformas como Canvas facilitan el match entre empleador y trabajador.
Las calificaciones siempre han sido protagonistas del modelo educativo, pero su incidencia en la proyección profesional de un estudiante es cada vez menor. La tendencia en los últimos años de las grandes instituciones educativas de Estados Unidos y Europa comienza a apoderarse de las universidades en Colombia y América Latina: ya no importan tanto las calificaciones, pero las competencias adquiridas sí.
La educación basada en competencias (EBD), un concepto que surgió en Estados Unidos hace más de 50 años ante la preocupación de que los estudiantes no estuvieran desarrollando las aptitudes necesarias para la vida diaria, comienza poco a poco a tener más presencia en los programas educativos de las universidades colombianas. El cambio de paradigma viene dado, principalmente, porque cada vez más empresas exigen competencias y no calificaciones. Ya no son relevantes las notas o el título universitario en un currículum, sino los skills adecuados para que una persona cumpla con los requisitos de un cargo.
“Es algo muy nuevo en América Latina”, explica Alejandro Sisniega, VP para Latinoamérica de Instructure, creador de la plataforma Canvas, el software de gestión de aprendizaje que está presente en universidades de todo el mundo. “Las empresas en la actualidad, cuando presentan una vacante, indican principalmente las competencias que necesitan de un empleado”, asegura.
Las competencias como eje de formación
Una competencia es la capacidad de desempeñarse correctamente en contextos complejos y auténticos. Por lo cual, la clave está en que la educación y la posterior evaluación se deben enfocar en demostrar que el estudiante domina esa competencia y que, a diferencia de la educación clásica, no solamente memorizó conceptos o simplemente resumió meses de estudio en un ensayo, sino que se apropió del conocimiento.
Además, la educación basada en competencias tiene otra característica que la diferencia de la educación tradicional: el estudiante va a su propio ritmo. Esta educación se enfoca en el dominio y el perfeccionamiento de una habilidad, por lo tanto, no es necesario estar en un aula ni ir al mismo ritmo que docenas de alumnos alrededor.
“A través de la plataforma Canvas, las universidades ofrecen programas especializados y pueden construir entornos de aprendizaje digitales que se adapten de forma individual a cada alumno. El tiempo dedicado y el ritmo de aprendizaje son variables y el contenido personalizado. A través de Instructure, en alianza con universidades de renombre ofrecemos la posibilidad de educar en competencias. Las empresas tienen acceso a los perfiles de esos estudiantes, lo que facilita su inclusión en el mundo laboral”, concluye Sisniega.
Por lo tanto, no se trata de cambiar por completo el sistema educativo. Aprobar materias y alcanzar títulos universitarios o de posgrado seguirán requiriendo calificaciones, pero lo que se busca con este tipo de educación y evaluación es que los alumnos tengan una preparación más sólida y demostrable para que el mundo real al que se enfrentan fuera de las aulas no sea tan intimidante.