Por: Luis Bonilla, gerente de desarrollo de negocio e ingeniería de ventas para Latinoamérica en Axis Communications.
La videovigilancia durante años fue vista únicamente como un recurso de seguridad para prevenir robos o registrar incidentes, pero la tecnología le ha dado un giro inesperado. Hoy hablamos de videovigilancia inteligente, un sistema que no se limita a grabar imágenes, sino que genera información útil en tiempo real.
Gracias a esta evolución, las empresas de distintos sectores pueden tomar decisiones rápidas y estratégicas, optimizar procesos internos y hasta mejorar la experiencia de sus clientes. En la actualidad, el video se ha convertido en un aliado que combina seguridad con productividad, marcando un antes y un después en la manera de gestionar los negocios. Industria tras industria está comprobando el impacto de esta transformación.
El retail usa el análisis de video para entender mejor el comportamiento de los compradores y prevenir pérdidas; la logística aprovecha la inteligencia de las cámaras para optimizar rutas y hacer más eficiente la entrega de mercancías; en la manufactura, se reduce el riesgo de fallas al detectar irregularidades en las líneas de producción; mientras que el transporte puede controlar aforos, prevenir accidentes y mejorar la movilidad en las ciudades. Este avance demuestra que la videovigilancia dejó de ser un gasto para convertirse en una inversión estratégica con beneficios tangibles en eficiencia operativa y rentabilidad.
El concepto de video inteligente surge de la combinación entre la analítica avanzada, la Inteligencia Artificial (IA) y la conectividad de red. Esto significa que las cámaras ya no solo observan, sino que también interpretan lo que ocurre. Detectan patrones de comportamiento, analizan flujos de personas, predicen situaciones de riesgo y generan datos que sirven para la toma de decisiones inmediatas. En pocas palabras, la cámara dejó de ser un simple ojo electrónico y se convirtió en un “analista digital” capaz de transformar datos en conocimiento. Para las empresas modernas, esta capacidad se traduce en mayor productividad, reducción de riesgos y un servicio más ágil y personalizado.
Ahora bien, la tecnología por sí sola no asegura el éxito. Para que la videovigilancia inteligente cumpla su promesa, es necesario un enfoque colaborativo. Por eso, muchas compañías están creando alianzas con integradores, distribuidores y desarrolladores especializados.
Este trabajo en conjunto permite diseñar soluciones adaptadas a los retos de cada industria, desde un supermercado que quiere reducir pérdidas, hasta una ciudad que busca ser más inteligente y sostenible. Además, estos ecosistemas de colaboración facilitan anticipar tendencias y ofrecer respuestas escalables con un retorno claro de la inversión. En otras palabras, el futuro del video inteligente depende tanto de la tecnología como de la capacidad de cooperación entre los distintos actores del sector.
Un ejemplo claro de este potencial se observa en el mercado a nivel regional, que en Latinoamérica refleja un valor aproximado de USD 3,88 mil millones en 2024, con una tasa de crecimiento proyectada del 13,9 % entre 2025 y 2034. Mostrando la videovigilancia una expansión más allá de la seguridad tradicional: una misma cámara puede identificar un accidente vial, medir la cantidad de personas en un evento o analizar patrones de consumo en una tienda departamental.
Este nivel de versatilidad convierte al video en un recurso vital para sectores tan diversos como el comercio, el transporte y la gestión de las llamadas ciudades inteligentes. A futuro, la tendencia apunta hacia soluciones más éticas, sostenibles y seguras.
Según Gartner, solo la industria de la ciberseguridad en América Latina alcanzará los 12.480 millones de dólares en 2029, mientras que la Inteligencia Artificial representará el 5.4 % del PIB regional, equivalente a casi 500 mil millones de dólares. Estos datos confirman que apostar por el video inteligente no es una moda pasajera, sino una estrategia de crecimiento empresarial con impacto real en la sociedad.
En conclusión, la videovigilancia inteligente ya no se limita a vigilar, sino que interpreta, analiza y predice. Al integrarse con la IA, la ciberseguridad y el análisis de datos, se convierte en una herramienta indispensable para los negocios modernos y para la construcción de ciudades más seguras y sostenibles.
Su éxito dependerá de la capacidad de cada empresa de adaptarse, innovar y trabajar en colaboración con otros actores del ecosistema tecnológico. Lo que antes era un sistema para registrar hechos, hoy es una fuente de información valiosa que impulsa decisiones rápidas, reduce riesgos y mejora la experiencia del cliente. Apostar por el video inteligente es transformar la información en conocimiento y ese conocimiento en acción, garantizando un futuro más seguro, eficiente y con propósito.