Cada vez hay más mujeres figurando dentro de un mercado en el que se espera una inversión de 128 millones de dólares a nivel mundial en 2020 (de acuerdo con datos de International Data Corporation); el mercado de los drones. En México, ellas están demostrando que estos vehículos aéreos no tripulados, no solo sirven para capturar impresionantes tomas aéreas de paisajes, sino que también están cambiando la forma de hacer las cosas en industrias como la agricultura, la educación, la robótica y el emprendimiento.
Fernanda Arellano
Fernanda cree firmemente que <<cuando se trata de innovación y crecimiento, el género no importa>>. Ha estado involucrada en casos como la inspección de monumentos históricos y templos después del sismo que impactó al país en 2017, que sin ayuda de los drones hubiera representado un gran riesgo para los trabajadores. Asimismo, participó en la primera entrega de insumos médicos llevada a cabo con drones en México, donde realizó las pruebas piloto y fungió como consultora en temas de hardware y rendimiento. Además, colaboró en un proyecto de diseño y construcción de un dispositivo dispersor de semillas para el DJI Matrice 600; el cual fue utilizado en más de 89 hectáreas en Veracruz, México para ayudar a recuperar el terreno después de los devastadores incendios de 2019.
Jessika Rodríguez
En un inicio pensó utilizarlo solo por diversión, pero pronto amigos de la familia, quienes se dedican a la agricultura, le pidieron tomar fotografías aéreas de sus tierras y así fue como juntos se dieron cuenta de que no solo podían tener una imagen, sino que podían cuidar y monitorear el proceso completo de los sembradíos desde el cielo.
Actualmente, Jessika monitorea dos ranchos de maíz y triticale, uno de 100 hectáreas y otro de 200 hectáreas, lo que equivale a la mitad del terreno del Bosque de Chapultepec en Ciudad de México. A través de los drones captura el proceso de crecimiento de la siembra y es posible detectar plagas, deficiencia de nutrientes y excesos de agua, entre otras cosas; lo que les permite a los agricultores tomar decisiones inteligentes en un menor tiempo y tener un control total sobre sus terrenos.
Karen Rodríguez
Karen comenzó a involucrarse en el mundo de la robótica cuando tenía 7 años y entró a un curso para niños. Desde ese momento la motiva el tener la capacidad de desarrollar nuevas aplicaciones que contribuyan a mejorar la vida de las personas.
Además, durante el proceso ha logrado compartir su experiencia e inspirar a más jóvenes a acercarse a la educación STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). En el futuro, Karen quiere dedicar su carrera profesional a la robótica y nuevas tecnologías; siendo uno de sus grandes sueños ser parte del equipo de Walt Disney Imagineering y desarrollar animatronics avanzados y atracciones para los parques temáticos de Disney.
Y en otras partes del planeta ¿Cómo están utilizando la tecnología para el desarrollo de nuevas aplicaciones?
Existen cada día más iniciativas que buscan que las mujeres se involucren en los ámbitos de innovación y tecnología y acaba con la brecha de género. Conoce algunas de ellas:
Fly Girl Academy
Fly Like a Girl
Con el objetivo de incrementar el número de mujeres involucradas en la educación STEM, los campamentos Fly Like a Girl enseñan a grupos de jóvenes sobre robótica aérea y marítima. Al mismo tiempo que desarrollan habilidades en el área de tecnología y aprenden a implementarlas de forma segura y responsable para el bien común. Estas aplicaciones incluyen cuidado ambiental, de la vida salvaje y de ayuda humanitaria. Estos programas están disponibles en Nepal, Tanzania, Senegal, Perú, Panamá y el Pacífico Sur.
Ambos programas, Fly Girl Academy y Fly Like a Girl, son organizados por WeRobotics una organización sin fines de lucro que busca mejorar la calidad de vida alrededor del mundo a través de la tecnología.
Amrita Lal, coordinadora de los programas “Flying Labs” para el Pacífico Sur de WeRobotics, fue reconocida en 2019 por Women and Drones (la plataforma más grande para mujeres en la industria de los drones), como Mujer del Año por su trabajo en la categoría Humanitaria, donde destacó por su trabajo con la Cruz Roja de Fiyi en la evaluación y operaciones de respuesta después de desastres naturales; así como por su labor con el Ministerio de Mujeres, Niños y Mitigación de Pobreza, donde realiza métodos de reporte fáciles y efectivos mediante el uso de drones para comunidades rurales y remotas.