En tiempos de la Cuarta Revolución Industrial y debido al auge de la convergencia digital, cada vez son más las personas que consumen internet durante el día, sin importar el lugar donde se encuentren y que han visto el celular como una extensión del cuerpo humano para vivir conectado.
De acuerdo con el estudio “We are social”, realizado por Hootsuite, los colombianos navegan en Internet nueve horas y 10 minutos en promedio al día, utilizando cuatro horas para el consumo de redes sociales en el que YouTube, Facebook y Whatsapp son las plataformas más consultadas por los usuarios.
Para Fernando Gil, consultor digital en Periodismo y Social Media, afirma que “con el acceso a internet desde cualquier dispositivo y la facilidad de abrir un perfil en una red social de manera gratuita, las personas usan éstas para divertirse, comunicarse, formarse, crear tendencia, vender, comprar, generar ingresos e informarse de los hechos más relevantes que suceden en el mundo, información que por muy variada, acertada o equivocada, está siempre al alcance de un clic”
Y es que la información en nuestros tiempos, es tan valiosa para quienes la generan, como para quienes la consumen y comparten, ya sea haciendo uso de la radio, la televisión, la prensa escrita o redes sociales. Debe existir el código de la ética profesional, tener responsabilidad cívica y moral sin caer en la inmediatez de noticias a medias o en el peor de los casos, en las Fake News, cuyo objetivo es la desinformación.
Han pasado 83 años desde que el actor, director y guionista Orson Welles, inició la retransmisión radiofónica y que actualmente se considera como una de las mayores fakes news en la historia de la radio. Como lo describe una de las publicaciones del National Geographic, el 30 de octubre de 1938, Welles había adaptado el guión de “La guerra de los mundos”, la obra más emblemática del novelista inglés H. G. Wells, al formato radiofónico, transformándola para crear una historia creíble y transmitirla para sus oyentes, junto a su compañía Mercury Theatre, en su programa On the Air, de la CBS.
Durante más de una hora, Welles recreó una invasión marciana a través de flashes ficticios de noticias en el que algunos periódicos contemporáneos afirmaron que el programa había desatado un pánico masivo, lo que hizo que multitudes de oyentes huyeron de sus hogares con miedo. Se estima que cerca de 12 millones de personas escucharon la transmisión ese día.
Y aunque algunos oyentes de la radio lo confundieron con noticias reales y otros salieron de sus casas despavoridos, algunos estudiosos consultados por el New York Times, creían que la radio podía, como una aguja hipodérmica, “inyectar ideas directamente en la mente de las personas, convenciendolas de cualquier cosa, incluso de algo tan fantástico como un ataque alienígena”. Sin duda alguna, Welles reveló así el poder aterrador de las noticias falsas.
El convencimiento de una noticia falsa
Estudios realizados por varios medios de comunicación han comprobado dos reglas de la persuasión: La primera es que los mensajes emitidos por los medios de comunicación generalmente no pueden convencer a la audiencia de algo contrario a sus actitudes o prejuicios existentes, pero sí reforzar su creencia. En segundo lugar, en la era de las redes sociales, las fake news toman más fuerza cuando se comparten por fuentes de información destacadas y por cualquier persona a través de Twitter, Facebook o Whatsapp.
Según la docente del programa de Psicología de Areandina, Lorena Cudris Torres, “se podría pensar como primera posibilidad que la persona no cuenta con información suficiente, lo que para ella representa un grado de gravedad, dado que el acceso a la internet y medios masivos de comunicación es cada vez mayor, los cuales permiten acceder a una cantidad innumerable de datos”.
Para el docente investigador de Areandina, Álvaro Barrios, “se pensaría que se da crédito a una noticia o conocimiento falso porque justifica comportamientos en los cuales el ser humano se ve proyectado, comportamientos que de otra manera generarían rechazo y cuestionamientos por parte de la sociedad, siendo que en algunas ocasiones el cerebro puede llegar a tomar como real aquello que está alineado con las opiniones personales”.
Esta situación conlleva un peligro para la humanidad en la medida que esas actuaciones generan perjuicio en las demás personas, por ejemplo, cuando se violan las normas sanitarias y se pone en riesgo la salud de una comunidad.
Estamos ante una situación en la que es fundamental romper este peligroso ciclo en la que la desinformación aumenta al mismo ritmo que las modalidades de producción y distribución de los contenidos. La infodemia acelera la desinformación y hace que perdure.