Solo el 30% de los colombianos trabaja exclusivamente desde casa. El restante 70% ha migrado a esquemas híbridos y presenciales.
El Networking es esencial para abrir la puerta a oportunidades laborales, mentorías, alianzas y nuevos proyectos.
La presencialidad puede ser la gran aliada de la productividad si se complementa con la virtualidad.
El trabajo remoto ya no es la regla general en Colombia. Tras la pandemia y el auge del home office, muchas compañías han optado por modelos más balanceados como el trabajo híbrido, combinando lo mejor de la virtualidad con los beneficios de la presencialidad. Hoy, solo el 30% de los colombianos trabaja exclusivamente desde casa, mientras que el 70% restante ha migrado a esquemas híbridos o presenciales, según datos recientes.
Este cambio no solo responde a una necesidad operativa. También está ligado a una realidad que los expertos no dudan en recalcar: el contacto humano sigue siendo determinante para el crecimiento profesional y empresarial. Y en este contexto, el networking presencial emerge como una herramienta poderosa para impulsar alianzas, mentorías, oportunidades laborales y nuevos proyectos.
Para Nicolás Sánchez, Head of Sales de WeWork para Colombia y Perú, el trabajo híbrido no solo representa una tendencia, sino una solución estratégica, «una red efectiva no se construye sólo con contactos en LinkedIn o direcciones de correo electrónico. Requiere atención, mantenimiento y, sobre todo, conexiones reales. Desde WeWork promovemos este modelo porque creemos que es la mejor manera de obtener los beneficios de ambas modalidades. Siempre buscamos lo mejor para la calidad de vida del trabajador, sin dejar de lado la productividad de las empresas».
Los espacios de trabajo flexibles, como los que ofrece WeWork, se han consolidado como puntos clave de encuentro para equipos, aliados y comunidades. Funcionan como entornos estratégicos que facilitan la conexión y la colaboración, sin que las compañías deban asumir los costos fijos de una oficina tradicional.
Más allá de lo operativo, volver a compartir un espacio físico fortalece la comunicación, la integración del equipo y el sentido de pertenencia. Las reuniones presenciales, por ejemplo, reducen los malentendidos típicos del mundo virtual y agilizan la toma de decisiones. Al mismo tiempo, compartir con los compañeros fomenta la empatía, la confianza y el trabajo en equipo.
Por supuesto, asistir todos los días a la oficina ya no es una necesidad, ni una exigencia realista. Pero hacerlo de manera estratégica, uno o dos días a la semana, o en momentos clave, puede marcar la diferencia.
En un entorno laboral cada vez más cambiante, fortalecer nuestras conexiones humanas sigue siendo esencial. Y para eso, la oficina no ha perdido vigencia. Al contrario, en la era del equilibrio, se convierte en una gran aliada del desarrollo profesional.