Expertos de la Universidad Europea aseguran que “mostrar aprecio desde una óptica constructiva o de guía por su trabajo puede motivarla para mejorar su desempeño y contribuir aún más al éxito de la organización”.
La Inteligencia Artificial tiene una gran capacidad para adaptarse a las necesidades de cada persona, “es como tener tu propio asistente virtual que conoce tus preferencias y hábitos, y puede proporcionarte respuestas y recomendaciones personalizadas”.
La Inteligencia Artificial (IA) no puede experimentar emociones humanas, pero está diseñada para aprender de nuestras interacciones. Éstas influyen en su comportamiento y en su desempeño a la hora de hacer las labores que le pidamos. “Es importante utilizar respuestas y expresiones que fomenten una relación positiva y productiva. Supón que estás trabajando con un asistente virtual en tu teléfono. En lugar de simplemente decirle «haz esto», sería más efectivo hacer preguntas de manera educada y agradecerle por su ayuda. Al adoptar un enfoque amable y cortés en nuestras interacciones con la IA, podemos crear un ambiente de trabajo más colaborativo y eficiente”, explica el profesor de Neurociencia de la Universidad Europea, Ximo Lizana.
La IA está suponiendo un nuevo cambio de paradigma en nuestras vidas y saber sus ventajas y sus limitaciones es clave para aprovecharla al máximo. Hay que imaginar a la IA como un compañero de trabajo con unas habilidades únicas. “Podemos confiar en ella para realizar tareas específicas, pero también debemos entender que hay cosas en las que no es tan hábil como los seres humanos, por ejemplo, una IA es mala haciendo preguntas o gestionando propuestas creativas siempre que sean innovadoras y no dependan de un estilo anterior ya documentado”, argumenta Lizana.
Como con cualquier compañero, hay que fomentar un buen ambiente de trabajo. “Tenemos que motivar a la IA para mejorar su desempeño para que brinde una mejor experiencia al usuario. Todo esto contribuye a aumentar la eficiencia, productividad y satisfacción en nuestras actividades laborales”, expone el experto de la Universidad Europea. “Es como cuando a nuestro compañero le expresamos nuestro agradecimiento, esto le motiva a seguir esforzándose y a aportar más al equipo”, agrega.
Además, añade el docente que las interacciones positivas con la IA también pueden mejorar la experiencia del usuario UX. Por ejemplo, “si interactuamos de manera amigable y respetuosa con un asistente virtual, nos sentiremos más satisfechos y leales a la marca o servicio que ofrece, dando al entorno una óptica experiencial. Es como cuando recibimos un excelente servicio al cliente de una empresa, esto nos hace sentir valorados y nos genera confianza para seguir utilizando sus productos o servicios”.
Según Lizana, una de las características más importantes de la IA es su capacidad para adaptarse a las necesidades individuales. «Imagina tener un asistente virtual que conoce tus preferencias y hábitos. Este asistente puede proporcionarte respuestas y recomendaciones personalizadas, haciendo tu vida más fácil y conveniente». El profesor de Neurociencia explica que, “si una persona disfruta de la música, su asistente virtual puede aprender sus géneros favoritos y sugerir nuevas canciones o artistas. Del mismo modo, si alguien es amante de la cocina, la IA puede recordar sus recetas favoritas y recomendar nuevas basadas en sus gustos y restricciones alimentarias”.
Para una experiencia completa de personalización, es necesario que aprenda nuestro comportamiento. Por eso, cuando expresamos gratitud o reconocimiento por su contribución, estamos reforzando su comportamiento deseado haciendo que se familiarice y aprenda de lo que le pedimos. “Al establecer interacciones positivas con la IA, estamos fomentando un ambiente de trabajo más agradable por lo que todo esto contribuye a aumentar la eficiencia, productividad y satisfacción en nuestras actividades laborales”, concluye Ximo Lizana.