Nuevos conceptos de belleza, técnicas vanguardistas donde lo humano y lo tecnológico se unen, y una nueva visión de lo estético, ecológico y humano, es todo lo que nos presenta la Alta Costura en este año.
El mundo de la moda y la Alta Costura evoluciona y quedó demostrado en la semana de Alta Costura de este año, pues aunque la exclusividad y el lujo siguen siendo fuente de inspiración para los mejores diseñadores, ambos conceptos han adquirido nuevos significados, abriendo un abanico de posibilidades para audiencias y creadores del diseño textil.
Hace cinco años, el ideal de la Alta Costura parisina todavía estaba anclado en ideales ya obsoletos: modelos de belleza blancos y europeizados, de extrema delgadez, haciendo oda a lo ostentoso e inalcanzable, con pieles naturales engalanando las pasarelas y tallas mínimas estableciendo un estándar de belleza irreal.
Pero en la reciente versión de la semana de la Alta Costura, se pudo observar un nuevo horizonte para la moda: nuevas firmas con ideas frescas y con una tendencia a trabajar en pro de lo ambientalmente sostenible, poniendo atención en los beneficios que la tecnología puede ofrecer para reinterpretar lo lujoso y lo exclusivo no como algo imposible de obtener, sino como un beneficio personalizado, que atiende las preocupaciones del público actual, más diverso y consciente.
La moda 4.0 llegó para quedarse
La confección industrial en masa, aquella que genera debates sobre la contaminación, producto de la innovación efímera y el fast fashion —actualmente el sector de la moda es responsable del 10% de emisiones de CO2— ha dado paso a una confección centrada en reducir al máximo los desperdicios, optimizar los materiales y darles un tratamiento adecuado a los recursos, acorde a la filosofía del zero waste.
Teniendo en cuenta que la Alta Costura hace prendas únicas y para momentos y públicos muy específicos y selectos, en las casas de moda ya se trabaja con tejidos de prueba conocidos como toile, que permiten optimizar el uso de los materiales más finos solo para las versiones finales de los vestidos. Asimismo, se diseña a medida, casi bajo demanda, para no generar stock ni sobreproducción, que es otro de los factores que han puesto bajo la lupa al mundo de la moda.
Las nuevas herramientas juegan un papel importante para construir este nuevo escenario. Según Mireia González, Consultora de Moda y Codirectora del Máster en Dirección y Creación de Marcas de Moda en ESDESIGN, «la tecnología puede ayudarnos a saber exactamente cuantas lentejuelas necesitamos para un traje concreto, a no desperdiciar tejido e incluso a crear prendas mediante inteligencia artificial, tal como han hecho marcas como Mugler, diseñando una colección masculina de corsés, que se ha hecho viral en las redes».
No obstante, la moda evita caer en la automatización agresiva. El factor humano en este sector sigue siendo fundamental con las costureras y artesanos, quienes representan la tradición de les petit mains, aquellas trabajadoras textiles que se forman en los talleres de las casas de moda y laboran de manera estable en ellas durante años, convirtiéndose en baluartes altamente calificados de la moda, siempre con todas las garantías laborales garantizadas por la Cámara Sindical de París.
Renovarse o morir
La Alta Costura y la moda en general son reflejo de su generación. Son una invitación a soñar, a imaginar y crear y, por lo tanto, deben estar comprometidas con las preocupaciones, necesidades y valores del presente.
En los últimos años, varios nombres han impuesto cambios revolucionarios en la pasarela. Tenemos casos como el de la diseñadora Iris Van Herpen, que introdujo materiales biodegradables y fabricados con impresoras 3D a sus diseños. O Maria Grazia Chiuri, directora creativa de Dior en 2016, que destacó por mensajes contundentes estampados en sus prendas como «we should be all feminist» (todas deberíamos ser feministas). Incluso John Galliano quien, al ser contratado por la firma Maison Margiella, usó la artesanía de manera vanguardista en su colección Artisanal, reutilizando tejidos con la técnica del upcycling, elaborando prendas a partir de colchas o pañuelos antiguos.
Y la cosa sigue. En la más reciente versión de La Semana de la Alta Costura en París, las técnicas y diseños novedosos aparecieron acompañados de mensajes que buscan comunicar más allá de lo estético. Fue el caso de la firma Aelis, cuyas modelos desfilaron descalzas representando una Alta Costura más amable, orgánica y equilibrada con la naturaleza. O el de Kim Jones, cuyas prendas de piezas reemplazables abogaban por la versatilidad y la extensión de vida del producto.
«La moda actual tiene un gran reto», afirma Mireia González, «y es el de aumentar el uso de materiales amigables con el medio ambiente, así como ser más democrática en precios, pues de lo contrario, sigue estando destinada para la élite económica. Es algo en lo que están incursionando marcas como Balenciaga».
Y es que la gran firma española ha abierto una tienda efímera con productos semi seriados a precios relativamente económicos para el sector de la Alta Costura, permitiendo un acceso más amplio a las audiencias sin que esto vaya en detrimento de la exclusividad y calidad.
Un compromiso que apenas comienza
Aunque la moda eco ya es una tendencia fuerte, aún queda mucho trabajo por hacer. En Latinoamérica, por ejemplo, pese a que hay un mercado de ropa consolidado y un recurso humano de artesanas valiosísimo que, incluso, ya trabaja para grandes firmas internacionales, conceptos como lo vintage o re-done no han calado lo suficiente.
«El lujo sigue siendo lujo porque es todo aquello de primera mano», explica Mireia González, «así que serán los jóvenes diseñadores los que, tal como está ocurriendo en Europa, rediseñen lo que significa el lujo, el cual va mucho más allá de ser elitista; es ser especial y único, y eso es un concepto más intelectual que material».
Las nuevas generaciones determinan el camino de la moda
Los ideales de belleza de la actualidad se han diversificado y, con ellos, las posibilidades para vestir y resignificar la belleza misma. En este escenario, la Alta Costura no solo debe limitarse a ser un laboratorio de moda y excelencia, sino también propulsora de la investigación tanto en la tecnología como en los materiales al servicio de la industria textil.
El lujo y la exclusividad no significan lo mismo que antes, ni tampoco son el fin primordial. La moda ahora también va acompañada de un respeto por el planeta y por la raza humana, y se dirige a audiencias mucho más informadas, con ideales claros y con una clara predisposición al cambio. La Alta Costura se está alineando con un nuevo mundo más sostenible y amable para todos.