La destilación es el alma del whisky, una etapa fundamental que transforma la cebada malteada en un elixir cargado de sabor y carácter.
Cada destilación es un acto de destreza y maestría, donde se fusionan la ciencia y el arte para producir un líquido que encarna la esencia de su lugar de origen. Es en los alambiques donde se forja el alma del whisky, donde los destiladores canalizan su pasión y conocimiento para capturar la esencia de los ingredientes y dar vida a una bebida que trascienda el tiempo y el paladar. La destilación no es solo un proceso técnico, sino un ritual sagrado que honra la rica herencia y tradición de un lugar como las Highlands escocesas donde se encuentran algunas de las destilerías más reconocidas a nivel mundial.
En el caso particular de Escocia, la destilación es el arte que fusiona la innovación con la tradición, la cual encuentra en los single malt un ejemplo palpable en cada fase del proceso de creación. Desde los singulares alambiques de cobre, hasta la meticulosa atención en cada detalle, se busca incansablemente la excelencia y la singularidad en cada gota del preciado whisky.
Un carácter peculiar, distintivo e insuperable
Dentro de las marcas que elaboran single malt, se encuentra The Macallan, que usa alambiques «inusualmente pequeños», los cuales representan claramente la filosofía de destilación de la marca. Aunque puedan considerarse una excepción en la industria del whisky escocés, son fundamentales para el compromiso con la calidad y la artesanía. Estos alambiques, entre los más diminutos en su categoría, desempeñan un papel esencial en la creación del espirituoso característico, denso y robusto.
La forma compacta de los alambiques maximiza el contacto del espirituoso con el cobre, concentrando así los sabores y aromas distintivos del whisky. Según se va calentando el líquido, el alcohol que contiene hierve y se evapora, pasando por el cuello del alambique, donde se enfría y se condensa, es decir, se vuelve a convertir en líquido.
Al contrario de los alambiques más grandes y altos, en los alambiques pequeños el vapor de alcohol no tiene que viajar muy lejos, lo que permite recoger un estilo de líquido denso y rico. Esta transición del espirituoso a través del alambique es la etapa más breve del largo y excepcional trayecto que se recorre en la búsqueda constante por un single malt de calidad extraordinaria.
Este espirituoso único, de cuerpo prominente, madura durante años en barricas de roble armonizado con jerez, absorbiendo los intrincados sabores que definen a The Macallan. La elección meticulosa de barricas y la combinación precisa de maderas y destilados son elementos fundamentales en la búsqueda de la excelencia en cada expresión.
La fabricación de estos alambiques recae en Forsyths, una empresa artesana del cobre que ha sido socia de confianza de The Macallan desde la década de 1950. Al construir la nueva destilería, se mantuvo la forma, tamaño y orientación de los alambiques originales para garantizar la uniformidad y consistencia del carácter del espirituoso recién fabricado. Con un total de 24 de estos alambiques de diseño excepcionalmente artesanal en la nueva destilería, cada uno es inconfundible y representa el compromiso con la calidad y excelencia.
“En The Macallan, la destilación trasciende la mera técnica; es un arte, una expresión de la pasión y el compromiso con la excelencia. Cada gota de este single malt cuenta una historia de innovación, tradición y dedicación, rindiendo tributo a los valores que han llevado a esta destilería a lo más alto del mundo del whisky escocés”, explica Ramón Cardona, The Macallan Brand Ambassador en Colombia.