Iniciar el año reduciendo el consumo de alcohol aprovecha la motivación de un «nuevo comienzo» para mejorar la salud integral.
Estudios demuestran mejoras en sueño, presión arterial y bienestar tras un mes de abstinencia, aunque mantener el cambio requiere apoyo y estrategias claras.
El inicio de un nuevo año trae consigo propósitos de mejora personal, y uno de los más populares en los últimos años ha sido el llamado “Dry January” o “Enero seco”, que consiste en abstenerse de consumir alcohol durante todo el mes. Esta práctica ha ganado adeptos alrededor del mundo como una forma de compensar los excesos navideños y mejorar la salud general. Sin embargo, los expertos advierten que es crucial abordar este reto con un enfoque informado y responsable.
Según el doctor José Francisco Tornero Aguilera, docente y miembro del grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada de la Universidad Europea, dejar de consumir alcohol y tabaco durante un mes puede aportar beneficios significativos tanto a nivel físico como psicológico. “El alcohol es un depresor del sistema nervioso central y su consumo prolongado está estrechamente vinculado con trastornos del estado de ánimo. Reducir o eliminar su ingesta mejora la salud hepática, el sistema cardiovascular, el metabolismo y hasta el sistema inmunitario”, señala el especialista.
Además, estudios como el publicado en BMJ Open (Patterson et al., 2021) han demostrado que quienes practican el Dry January experimentan mejoras en la presión arterial, niveles de glucosa y reducción de grasa hepática. También se ha reportado una mayor calidad de sueño y bienestar general, con un 70% de los participantes manifestando sensaciones positivas tras completar el reto.
Si bien el Dry January puede ser efectivo como punto de partida, su impacto a largo plazo depende de las estrategias de seguimiento. Según señala el experto de la Universidad Europea un estudio de Alcohol Change UK (2021) reveló que, aunque el 86% de los participantes se sentían más en control de su consumo al finalizar enero, solo el 35% logró mantener una reducción significativa del consumo durante el resto del año. Esto refuerza la importancia de establecer metas claras y adoptar herramientas como terapias conductuales o apoyo social para mantener los avances.
¿Por qué enero?
El experto de la Universidad Europea subraya que el inicio del año es un momento simbólico que motiva a muchas personas a replantearse sus hábitos. Sin embargo, explica que, según estudios como el de Marlatt & Witkiewitz (2010) en Addiction Research & Theory los patrones de consumo de alcohol y tabaco están profundamente arraigados en factores sociales y psicológicos. Elegir un periodo de menor estrés y compromisos sociales puede incrementar las posibilidades de éxito en el cambio de hábitos.
“Las peores fechas para ambos propósitos incluyen periodos de alta presión emocional, como finales de año, o momentos asociados a celebraciones sociales donde el consumo de alcohol y tabaco está normalizado”. Esto incluye fiestas, bodas o incluso vacaciones de verano. En estas circunstancias, los factores desencadenantes son más frecuentes, aumentando el riesgo de recaída.
Cómo afrontar los excesos de fin de año
El malestar tras las fiestas navideñas tiene una explicación fisiológica clara. El alcohol, junto con una dieta rica en grasas y azúcares, sobrecarga el organismo, causando hinchazón, fatiga y malestar general. Reducir el consumo de alcohol y adoptar una dieta balanceada durante enero puede ser una solución efectiva para contrarrestar estos efectos y recuperar el equilibrio.
Si bien se trata de generar hábitos sostenibles, la tendencia del Dry January representa una oportunidad para mejorar la salud y para reflexionar sobre los hábitos de consumo a largo plazo. Con apoyo adecuado y estrategias bien definidas, puede convertirse en el primer paso hacia un estilo de vida más saludable.