¿Turismo de paz?: una tendencia en Colombia que motiva el cambio

Por: María Janeth Pérez, docente de guianza turística del Politécnico Grancolombiano.

La cultura de la paz es hoy una de las estrategias clave en el país y su misión es clara: aprovechar el turismo para promover los territorios que han sido impactados por la violencia como resultado del conflicto armado. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo puede el turismo transformar estos lugares? Este es un proceso que requiere el interés y la firme convicción de los actores locales respecto a que es el turismo la estrategia o alternativa que permitirá mejorar el entorno socio-cultural y ambiental de su territorio. Y hay un gran camino por recorrer.

Los territorios involucrados en esta iniciativa son aquellos incluidos en programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET) y los que se clasifican como Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (AETCR), así como las Zonas Más Afectadas por el Conflicto (ZOMAC). También se consideran las áreas en proceso de sustitución de cultivos de uso ilícito y las áreas metropolitanas en transformación hacia la convivencia y la cultura. Las zonas refieren a territorios con determinadas características geográficas que integran recursos naturales y culturales sobre los que las comunidades locales han basado sus tradiciones que son el potencial que se prevé como la mayor motivación para el desarrollo del turismo.

Imaginemos una estrategia de turismo y paz efectiva, una que promueva la biodiversidad colombiana como un verdadero tesoro mundial. Abriríamos nuevas oportunidades que beneficien a todos, a nuestro país, a las regiones y, sobre todo, a las comunidades que anhelan generar ingresos dentro de sus territorios, pero con un fuerte sentido de convivencia y de respeto mutuo por los demás.

Sin embargo, para que esto funcione, necesitamos un enfoque sólido de gobernanza institucional en el que las comunidades locales participen activamente y tengan un acompañamiento sólido en  los procesos y las estrategias a desarrollar, y lograr ese vínculo  que facilite la participación de quienes han conservado sus costumbres durante años, para redescubrir la experiencia de lo que significaba la naturaleza y la cultura de estos lugares y convertirla en una experiencia única para quienes desean experimentar la Colombia de paz.

Al fomentar un turismo gestionado por las comunidades, estaremos fortaleciendo la economía local y conservando sus tradiciones, que al final se convierten en nuestras tradiciones. Desde el ámbito académico, es crucial que apoyemos esta iniciativa para la paz. ¿Cómo? Incorporando en los currículos una formación que fortalezca las capacidades técnicas e investigativas de los futuros profesionales en turismo.

Necesitamos explorar geografías del turismo que aún no han sido documentadas debido al conflicto. Además, debemos promover la creación de productos turísticos sostenibles y el desarrollo de experiencias alineadas con las tendencias que demanda el turismo internacional, hacia el desarrollo de una oferta turística que integre el respeto por el entorno natural y la promoción de las costumbres locales. Fortaleciendo la superestructura turística con la generación de representantes públicos de la actividad, el desarrollo de infraestructura y servicios turísticos acordes al contexto territorial, todo un andamiaje que robustecerá la tendencia al turismo de paz.

Esto es solo el comienzo. Con esfuerzo conjunto y un fuerte sentido de lo que significa la paz, tenemos la oportunidad de transformar no solo el turismo en Colombia, sino también la vida de muchos, al crear un futuro donde la cultura de la paz sea parte de cada viaje a realizar.